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Después de la Navidad: ¿Seguimos siendo solidarios?

Columna de opinión del presidente de agrupación "Apapachos" de Temuco.

Publicado por: Equipo GDigital | lunes 22 de diciembre de 2025 | Publicado a las: 18:28

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La Navidad nos recuerda el valor de amar, pero el verdadero desafío comienza cuando el calendario avanza y la solidaridad deja de ser tendencia.

Cada diciembre ocurre algo particular: el mundo se vuelve un poco más amable. Se habla de amor, de ayuda, de solidaridad. Se multiplican los gestos y, por un momento, pareciera que entendimos algo esencial: que el otro importa. La Navidad tiene esa fuerza; nos detiene, nos sensibiliza y nos invita a mirar más allá de nosotros mismos. El problema no es diciembre. El problema es cuando todo termina ahí.

Porque cuando se guardan los adornos y vuelve la rutina, las realidades difíciles siguen intactas. Las personas en situación de calle continúan enfrentando el frío, las familias vulnerables no dejan de necesitar apoyo y la soledad no desaparece con el cambio de calendario. Sin embargo, la solidaridad muchas veces sí. Y entonces queda flotando una pregunta incómoda: ¿ayudamos porque creemos en el valor del otro o porque en Navidad es bien visto hacerlo?

Dios no se hizo cercano solo en una fecha. No eligió amar cuando era conveniente ni cuando el contexto era favorable. Se hizo presente en la fragilidad, en la pobreza, en lo pequeño, y no se retiró cuando dejó de ser cómodo. Celebrar la Navidad sin asumir su consecuencia es quedarnos con el símbolo y abandonar el mensaje.

Decir que creemos en Dios mientras ignoramos al que sufre el resto del año es una contradicción silenciosa, pero profunda. La fe que no se traduce en cuidado, en presencia y en compromiso cotidiano corre el riesgo de convertirse solo en discurso.

La solidaridad auténtica no busca aplausos ni depende del calendario. Se sostiene cuando nadie mira, se practica cuando no hay campañas ni titulares, aparece en los días comunes, en los meses fríos, en los momentos en que ayudar no genera reconocimiento. Diciembre nos recuerda de lo que somos capaces cuando miramos al otro con compasión, pero el verdadero desafío comienza después: cuando vuelve el cansancio, cuando amar deja de ser popular. Ahí es donde se juega lo esencial.

Tal vez la mejor forma de honrar la Navidad no sea hacer más solo en diciembre, sino no dejar de amar el resto del año. Porque la solidaridad que transforma no es la que aparece una vez, sino la que permanece. Y porque, al final, la pregunta no es cómo celebramos la Navidad, sino qué hacemos con su mensaje cuando deja de ser noticia.


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